viernes, 11 de febrero de 2011

EL PAIS DE LOS SUEÑOS

Era un inmenso campamento al aire libre.
De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje. Había quién quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecía un sueño para reír en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso.
Un señor andaba por ahí buscando los pedacitos de su sueño, desbaratado por culpa de alguien que se lo había llevado por delante: el señor iba recogiendo los pedacitos y los pegaba y con ellos hacía un estandarte de colores.
El aguatero de los sueños llevaba agua a quienes sentían sed mientras dormían. Llevaba el agua a la espalda, en una vasija, y la brindaba en altas copas.
Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire (Eduardo Galeano. El Libro de los Abrazos.  Ed. Catálogos. Pág. 32)

1 comentario:

  1. ¿Cuántas veces nos sorprendemos levantando los pedazos de algún sueño roto? ¿Quién no ha sido embestido alguna vez por algún/a distraído/a, o alguna circunstancia desafortunada de la vida que hace estallar en el piso algún sueño atesorado? ¿Cuántos de nosotros hemos cerrado el pecho y hemos peregrinado con nuestros pedazos de sueños apilados en nuestros brazos? ¿Quién no ha soñado despierto alguna vez? O mejor aún, ¿quién no ha deseado despertar de una pesadilla, para retornar a la feliz realidad…?

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